Abril sin granizar, ni se vio ni se verá, asegura el refrán. Las calles se inundan de “pan y quesillo”. En las zonas costeras se acoplan los pavones, los pájaros tienen crías y abundan los peces. Gritan las abubillas. Aparecen los murciélagos. Despiertan la culebra lisa y la víbora hocicuda. Nacen los alevines de los reos en los ríos cántabros.
Amarillean los bosques con la retama y las carquesas y los amentos masculinos de algunos árboles. Se hinchan de celo las avutardas macho y hacen la rueda en torno a las hembras. Regresan los abejarucos. Copula la víbora áspid. Pare la salamandra común. Se aparean los barbos en nuestros ríos.
De los huevos que pusieron los saltamontes verdes surgen ahora unas ninfas devoradoras de pulgones. Los salmones emigran hacia el Atlántico Norte para madurar. En este mes deben ser cubiertas las hembras de caballar y asnal.
Se siembra el maíz en varias regiones españolas. Se extraen las raíces del secácul y se siembra la mandrágora. Florece la encina. Se despereza de su letargo el lirón gris. Copula la tortuga laúd para desovar después en las playas de Canarias. Regresan envueltos en sus típicos chillidos los vencejos, mientras los aviones comunes construyen sus nidos de barro. Inundan las noches con sus cantos los ruiseñores.
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